Los seres humanos y los perros tienen una relación estrecha desde hace cientos de años y siempre se concluyó que éstos eran el mejor ami...
Los seres humanos y los perros tienen una relación estrecha desde hace cientos de años
y siempre se concluyó que éstos eran el mejor amigo del hombre. Compañeros, guardianes, amables, fieles y muy expresivos, los perros han demostrado ser grandes animales, ganándose el corazón de muchos.
De hecho, su comportamiento usualmente nos hace preguntarnos cuál es su percepción de aquello que los rodea y cómo entienden su entorno y nuestra relación con ellos, así como maravillarnos con cómo demuestran emociones con expresiones de su rostro y con el movimiento de su cola. Pero, ¿se parecen a los humanos? ¿de qué forma?
Un estudio realizado por Gregory Berns, profesor de neuroeconomía en la Universidad de Emory, reveló de qué manera trabaja el cerebro de los perros y -lo que es más curioso- cuáles son las similitudes que tiene con el cerebro humano. Su conclusión: “Los perros también son personas”.
Para realizar la investigación, Gregory comenzó entrenando a su perra Callie en conjunto con el entrenador de perros Mark Spivak para que ingresara caminando sola a la máquina de resonancia magnética que le permitiría escanear el funcionamiento del cerebro del can en respuesta a distintos estímulos. También le enseñaron a quedarse quieta durante el procedimiento y a tolerar el uso de tapones en los oídos para protegerla de los altos decibeles de la máquina de resonancia. Una vez que los exámenes de prueba y error con Callie fueron satisfactorios, Berns y Spivak entrenaron a una docena de perros que serían los sujetos de estudio para esta investigación.
Al igual que hubiera sucedido con seres humanos, la participación en el estudio fue voluntaria: los dueños debieron firmar un acuerdo de consentimiento, aceptando que el perro podría abandonar el estudio en cualquier momento si así lo quisiera. Para respetarlos aún más, cada uno de los perros que participó lo hizo sin estar sedado o atado, por lo que podrían salirse de la máquina en cualquier momento.
El principal y más sorprendente resultado que arrojó la investigación fue la similitud que existe entre los seres humanos y los perros en lo que respecta a estructura y función de una de las regiones clave del cerebro: el núcleo caudado.
Éste es un sector rico en receptores de dopamina, y en humanos cumple la función de anticipar las cosas que nos gustan, como la comida, el amor o incluso el dinero. En los perros, el estudio demostró que:
1. Al igual que en los seres humanos, el núcleo caudado aumenta las respuestas relacionadas a movimientos que indican alimento.
2. Los olores familiares se presentan como un estímulo que activa esta región del cerebro, también en forma similar a una función del cerebro humano.
2. Los olores familiares se presentan como un estímulo que activa esta región del cerebro, también en forma similar a una función del cerebro humano.
Es decir, los cerebros humanos y caninos se activan con estímulos similares y que están asociados con emociones positivas. Al respecto, Bernes comentó en un artículo del New York Times que los neurocientíficos denominan esto como ‘homología funcional’ y que podría ser un gran indicio de la existencia de emociones caninas.
El investigador concluyó que “la capacidad de experimentar emociones positivas como el amor y el apego significaría que los perros tienen un nivel de sensibilidad comparable a la de un niño humano”, por lo que deberíamos cambiar la forma en la que nos relacionamos con ellos.